Entre 1968 y 1970 el etólogo John Calhoun llevó adelante un experimento con ratones conocido como “Universo 25”, el cual se asemeja mucho a la situación de encierro vivida durante la epidemia del coronavirus, lo cual fue una condición falsa y artificial, como lo demuestran países como Uruguay y Taiwan, los cuales no impusieron el confinamiento y tuvieron scores semejantes e incluso mejores comparados con los países que sí impusieron el encierro. El experimento fue el siguiente: Calhoun creó un entorno perfecto para ratas, con abundante comida, agua, seguridad y sin depredadores. Se comenzó con 8 ratones y la población creció rápidamente hasta alcanzar más de 600 individuos en un espacio pequeño y con “confinamiento”. A pesar de no faltar recursos, empezaron a surgir los siguientes problemas sociales: Machos sin pareja y hembras aisladas, aumento del estrés y la violencia entre los ratones, pérdida de conductas sociales y de la reproducción hasta que finalmente, los ratones dejaron de reproducirse y se extinguieron completamente. Calhoun llamó a esto “drenaje conductual”: cuando una sociedad confinada y estresada, pierde sus comportamientos básicos de supervivencia y termina colapsando. El experimento plantea que ciertos patrones del experimento se parecen a nuestra vida moderna: Personas que viven encerradas y que sólo comen y trabajan, dificultad para socializar (preferencia por mensajes en vez de llamadas), estrés y violencia en entornos densamente poblados. Se concluye que una sociedad puede destruirse por su propio éxito y/o por agotar recursos y/o por perder propósito al vivir confinado y actuando sólo con un agente económico dócil y eficiente. Por otro lado, problemas reales como la contaminación, el agotamiento del petróleo y la baja natalidad en países desarrollados reflejan ciertos aspectos del Universo 25. Además, se observa que cuanto más rica y segura es una sociedad, menos hijos desea tener, lo que podría causar un colapso demográfico. En síntesis, el experimento del Universo 25 muestra que la comodidad extrema y la falta de propósito pueden llevar al colapso social (en el caso de las ratas, el propósito estaba en explorar, lo cual se perdía con el confinamiento). Sin embargo, los humanos, a diferencia de las ratas, tenemos la capacidad de organizar, adaptarnos y reflexionar sobre nuestros errores… aunque también somos capaces de administrar nuestra propia decadencia.